EL LIDER DEBE SER UN EJEMPLO

“Imítenme a mí, como yo imito a Cristo” (1 Corintios 11:1). Pr. Cesar Castellanos
El escritor a los hebreos, al referirse a la fe, dijo: “Gracias ella fueron aprobados los antiguos” (Hebreos 11:2). Cuando empezamos a crecer en el ministerio, alguien me dijo: "Pastor, ¿por qué no organiza una serie de conferencias dirigidas a los pastores de la ciudad para que aprendan sobre la multiplicación?". Le respondí: "Los pastores son expertos escuchando conferencias y asistiendo a seminarios, pero hay un mensaje que va a marcarlos, penetrará en lo profundo del corazón, es el ejemplo. Así que les predicaremos con el ejemplo”. Efectivamente, esto los desafió. Al ver el crecimiento, se inquietaban por cómo lo habíamos hecho. El líder debe hablar a sus discípulos con el ejemplo. Ellos miran su vida, su familia, su testimonio. Mantenemos un alto testimonio si llevamos una vida de fe y nos movemos en la dimensión de lo sobrenatural. No hay otra forma de convencer a los no creyentes, sólo predicando respaldado por el poder de Dios con señales, maravillas, prodigios y con el fruto. No permita que el sueño de Dios se apague He experimentado en mi propia vida que los sueños pueden adormecerse, o sea, esa Visión que Dios nos dio puede apagarse en nosotros. Ayudan a que esto suceda, las preocupaciones, los problemas, los conflictos y las necesidades; muchos, por estar tan ocupados en la obra de Dios, perdieron la visión de las multitudes, la visión primordial. El autor de Eclesiastés lo dijo así: “Porque de la mucha ocupación viene el sueño” (Eclesiastés 5:3). Al cerciorarnos del llamado al ministerio, debemos hacerlo de una manera eficaz. Muchas personas no crecen en el ministerio porque nunca lo han visto en su mente, nunca han visualizado más personas de las que ya tienen. Nuestra responsabilidad es comprometernos con Dios, tomando la decisión de ser los mejores multiplicadores, reproduciéndonos fielmente en otros. Hemos sido llamados a multiplicarnos. De usted deben salir doce; de esos doce, los ciento cuarenta y cuatro; de los ciento cuarenta y cuatro, los mil setecientos veintiocho; de los mil setecientos veintiocho salen veinte mil setecientos treinta y seis; así salen doscientos cuarenta y ocho mil ochocientos treinta y dos; de éstos, dos millones novecientos ochenta y cinco mil novecientos ochenta y cuatro, pasando luego a treinta y cinco millones ochocientos treinta y un mil ochocientos ocho. Esto lo entendió el Apóstol Pablo, quien dijo: “… cuando predico el evangelio, no tengo de qué enorgullecerme” (1 Corintios 9:16). Dios abrió sus ojos espirituales y pudo ver con claridad la tragedia que sucedería a nivel mundial, si él callaba. Si no ganaba almas, no habría multiplicación, se detendría la obra y ocurriría el desastre a toda la humanidad. Tal revelación lo motivó a la responsabilidad y el compromiso, pues dijo: "…y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo" (1 Corintios 15:10). Un mundo se pierde, y Dios nos confió -a usted y a mí- la responsabilidad de la salvación de las almas. Gracias a Él, en la Visión Celular está el paquete completo, porque no sólo ganamos almas, sino que el Espíritu Santo da el entendimiento para consolidarlas (cuidarlas), discipularlas y enviarlas. Es el proceso previsto para que la Visión corra, se extienda y llegue hasta lo último de la tierra.