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27/7/10

PRINCIPIOS PARA UNA VIDA CRISTIANA VICTORIOSA

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).

Pablo conocía cómo el enemigo usaba el pecado para mantener en esclavitud a las personas; por eso, siempre se mantuvo expectante para hacer saber a los creyentes que la victoria ya había sido conquistada a través del Señor Jesús. Para tener una vida cristiana victoriosa debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:

1. Vencer la culpabilidad
Una de las estrategias del adversario es hacer que las personas se sientan culpables y miserables. Tanto es así que uno de los nombres que se atribuye al enemigo es: “el acusador”. Éste trata de buscar argumentos para usarlos en nuestra contra, presentándolos ante Dios para obtener su permiso y así poder seguir afligiendo a los creyentes.
El ejemplo de Job
Uno de los libros de la Biblia que menos me gustaba leer era el de Job. No podía entender cómo una persona tan buena y justa como él podía haber quedado desprotegida, debiendo atravesar tan grave aflicción. Afortunadamente, el Señor me ayudó a entender que la causa de todo el sufrimiento de Job fue el temor: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25).
Job llevaba una vida muy tranquila, tenía una buena familia y vivía en paz con todos. Cualquier cosa que emprendiera, Dios la prosperaba. Mas el adversario estaba al acecho, esperando que Job le abriera una puerta para poder atacarlo. Por mucho tiempo el enemigo no encontró una entrada, porque siempre había un cerco de protección sobre él y sobre sus pertenencias. “¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra” (Job 1:10). Estas fueron las palabras con que el diablo argumentó con Dios cuando Él se enorgullecía de Job. Satanás sabía que mientras ese cerco de protección estuviese sobre Job, éste estaría lejos de su alcance maligno. Pero un día Job tuvo pensamientos como éstos: “¿Qué harías si algo le pasara a alguno de tus hijos? Tal vez habrán cometido algún pecado que tú no sabes y les puede venir alguna tragedia ¿Qué harías si pierdes el respeto ante los tuyos? ¿Qué tal que perdieras todos tus bienes?” Cada día estas ideas fueron tomando más y más fuerza, hasta que se convirtieron en imágenes casi visibles. Esto produjo una alteración en su comportamiento, y lo podemos confirmar leyendo el versículo 1:5b, que dice: “y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días” (Job 1:5b). Posiblemente, la oración que Job elevaba por sus hijos era motivada por el temor a que algo malo les sucediera. Job también temía lo que la gente opinara: “Porque tuve temor de la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta” (Job 31:34). Salomón dijo: “El temor del hombre pondrá lazo” (Proverbios 29:25).
2. Entender que es cancelar argumentos
Debemos entender que los argumentos son derechos legales que tiene el enemigo sobre la vida de alguien. “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8). El Señor, a través de esta pregunta, le estaba diciendo a Satanás: ¿Encontraste ya una puerta que te dé derecho a su vida?
Pero Satanás ya había encontrado lo que tanto esperaba: El temor de Job. Ese argumento también le abrió la puerta al enemigo para poder entrar a la presencia divina. El adversario reclamó sus derechos sobre todo aquello que Job había temido. Como el Señor conocía el corazón de Job y sabía que él obtendría la victoria, simplemente permitió que el adversario lo tocara. Aunque la victoria sólo se consolidó cuando Job dijo: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).
Luego el patriarca dijo: “¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro; que con cincel de hierro y con plomo fuesen esculpidas en piedra para siempre! Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:23-25). Esta determinación firme de Job fue la que le dio victoria sobre el adversario, restituyéndole el Señor doblemente todo lo que le había sido quitado.

3. Jesús canceló los argumentos en la Cruz
Gracias a que Jesús vino a este mundo tomando nuestro lugar al morir crucificado, pudo llevar en el madero, sobre su cuerpo, cada uno de los argumentos que el adversario había levantado contra nosotros: .....“Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:14, 15). David lo entendió cuando dijo: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmos 103:12). Todo aquello de lo cual el enemigo podía aferrarse para usar en nuestra contra, el Señor Jesús lo invalidó. Por eso es que los creyentes podemos llevar una vida cristiana victoriosa y usar nuestra palabra de autoridad para neutralizar el poder del enemigo y echarlo fuera de cualquier área en la que sintamos que nos está manipulando. Job dijo: “He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me forme proceso” (Job 31:35).

Es importante entender que hemos sido comprados por la sangre de Cristo y que por su gracia fuimos hechos partícipes de su misma naturaleza; Jesús nos liberó de la naturaleza antigua y nos revistió de una nueva cuyo lenguaje es el de la fe. Debemos estar alertas en no darle ningún argumento al adversario, pues Jesús ya nos concedió victoria total en la Cruz del Calvario. Por lo tal, ninguna condenación hay para los hijos de Dios.