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27/7/10

SEA UNA MUJER CON PROPOSITO

Algo que es sumamente importante para toda mujer cristiana es que encuentre su lugar dentro del Cuerpo de Cristo. No podemos ser como piezas aisladas de un rompecabezas, sino que sólo a través de la fe en Jesucristo somos integradas a Su Cuerpo, la Iglesia, y únicamente de esta manera podemos cumplir el propósito que Él preparó de antemano para nosotras.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús” (Efesios 1:3).
El apóstol Pablo declaró que Dios ya nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Al hablar de bendición espiritual incluye la bendición física, emocional, familiar y económica. Debemos entender que el propósito de Dios es bendecir siempre a cada uno de Sus hijos.
Desde el momento en que usted entregó su corazón a Jesús, Dios la adoptó como Su hija. Por lo cual es partícipe de todos los privilegios de los cuales gozan los hijos de Dios. Todas estas bendiciones son el resultado de haber rendido totalmente nuestra vida a Jesús.
Fuimos escogidas. Entre las multitudes de personas que viven en este mundo, El nos escogió a usted y a mí. Dios nos ha tomado de en medio de las multitudes que viven en este mundo para usar nuestra vida para Su gloria.
Por medio de Su gracia nos ubicamos en Su divino propósito, pues sabemos que El nos escogió desde antes de la fundación del mundo. Su deseo, al escogernos es que seamos santas y sin mancha delante de El.
Nuestra fe. La fe no es humana, no es material, no es emocional ni es intelectual. La fe sólo puede provenir de una naturaleza espiritual y puede crecer únicamente en quienes han rendido su vida a Jesucristo. La fe nos hace partícipes de la misma naturaleza de Cristo. Todo lo que sucede en la vida de fe, pertenece a la naturaleza espiritual.
La fe no se puede fingir, ni falsificar, pues cuando vienen las pruebas, solamente las personas de fe las soportan. Sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios. La fe más pequeña podrá mover la montaña más grande.
Las vencedoras sólo necesitan tener fe del tamaño de un grano de mostaza para lograr sus grandes conquistas.
Protegiendo nuestros pensamientos. El enemigo trabaja a través de los pensamientos porque sabe que si la persona acepta en la mente sus ideas, él conquistará fácilmente su voluntad. Entonces empieza a lanzar toda clase de dardos. Si en nuestra mente no los aceptamos y nuestra voluntad permanece firme, no sufriremos ningún daño. Pero quien caiga en la trampa del enemigo y los acepte, estos dardos son tan fuertes que empiezan a trabajar desde el interior de las personas para doblegar su voluntad. Cuando esto sucede, quedan espiritualmente desprotegidas. Son como una ciudad sin muros, muy fácil de conquistar por el enemigo.
Debemos entender que detrás de cada pensamiento hay un ser espiritual que los promueve. Los pensamientos que admitimos en la mente son los que determinan nuestra personalidad.
Hágase esta pregunta: ¿En qué cosas pensaría el Señor Jesús?
Todo lo que Él pensaba estaba ligado a la Palabra de Dios. Cada palabra que Jesús decía, tenía la aprobación del Padre Celestial. Él nunca permitió que Su mente estuviera en ociosidad.
Jesús era la persona más alegre de este mundo, y ese gozo en Él era una unción dada por Dios. En otras palabras, el gozo es el resultado de una vida de santidad donde el amor por la justicia ha crecido y se ha tomado la decisión en el corazón de apartarse de toda clase de maldad.
Usted debe tener la certeza de que será mudada en una nueva persona por el poder del Espíritu Santo obrando en su vida. Será una mujer conquistadora, apasionada por la vida y por las almas. Una mujer de santidad y compromiso. Una mujer de pacto. Una mujer con propósito.
¡Qué gran bendición es saber que, como hijas de Dios, nuestros pensamientos son dirigidos por Él!