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27/7/10

ENTENDIENDO EL PROPOSITO DE DIOS PARA MI VIDA

Pastor Cesar Castellanos D.

Muchas personas no saben cuál es la misión que deben cumplir en este mundo. Quiero decirles que desde el momento en que nacemos, Dios ya ha preparado una misión específica para cada uno de nosotros. Ustedes recordarán que el Señor dijo al profeta Jeremías que él había sido santificado desde el vientre de la madre y que Dios lo había dado como profeta a las naciones, y Jeremías cumplió un ministerio que sacudió al pueblo de Israel. Jesús vino a este mundo con una misión específica. Él sabía que el propósito de Su vida era morir en la Cruz del Calvario para redimir la humanidad; pero Él solamente abrió el camino y fue así como comisionó a Sus discípulos para que continuaran la obra hasta el tiempo del fin. Por esta razón les dio el gran mensaje de ir y discipular naciones enteras.
El Señor no nos manda que hagamos unos cuantos creyentes en cada nación, sino que Él nos manda a ganar naciones enteras. Dice la Biblia que las naciones que fueren salvas, andarán a la luz de Su rostro; esto significa que habrá algunas naciones que se salvarán y otras que se condenarán. Pero cada uno de nosotros cree que su propia nación, a pesar de los problemas que ha tenido y aún tenga, será salva, porque lucharemos para que todo el pueblo conozca quién es Jesucristo.
Dios determinó un propósito para cada uno de nosotros, pero yo quiero decirles que hay enemigos y son enemigos reales. Todos tenemos enemigos que actúan para que el propósito de Dios no se lleve a cabo en nuestra vida.
Antes de que usted naciera había una competencia, millones de espermatozoides estaban en la línea de salida y usted era un simple espermatozoide. Pero si bien estaba compitiendo con millones más, el que llegara primero obtendría el premio. Y usted dijo, ‘yo no soy un fracasado, yo soy una persona de éxito y voy a superar a todos los otros competidores’, y tomó fuerza y corrió más que los otros. Llegó al primer lugar y le dieron como premio la vida. Se pudo escuchar entonces la voz diciendo, ‘éste llegó primero, así que tiene derecho a la vida en la tierra’, y tuvo ese derecho porque usted es un campeón.
Usted es doblemente campeón, porque venció al nacer y porque venció para experimentar un nuevo nacimiento en Cristo. Muchos están en este mundo, todos participan en la carrera. Pero el propósito de muchos es el vicio, las mujeres, el placer, el pecado, la fama, el dinero. Sin embargo usted dijo: ‘No, no me importan ni el dinero ni la fama, no me importa la posición social, sólo me importa una cosa, es la vida, y la vida está en Jesucristo y yo le doy mi vida a Él’. Al darle su vida, usted se convirtió en doblemente campeón.
San Pablo dijo que entendía su propósito, cumplió su ministerio, peleó la buena batalla de la fe, terminó la carrera y aún entonces afirmaba, “Me está esperando el galardón”. ¿Cuántos empezaron con usted la vida cristiana? ¿Cuántos de ellos se desviaron en el camino? ¿Cuántos se volvieron al vicio, al mundo, al pecado y se endurecieron en su corazón? Pero usted no es de los que retrocede, no es de los que mira al lado; usted es de los que avanza porque no ha apartado los ojos del galardón y, por esta razón, es diferente a los demás.
Usted no se deja seducir por cualquier cosa. A usted lo sedujo un hombre llamado Jesús de Nazaret.
Sabe que tiene que cumplir un ministerio. Pablo le dice a Timoteo que debe cumplir su ministerio; usted tiene un ministerio, tiene que hacer obra evangelística, tiene que llevar el Nombre de Jesús a otros hombres, a su trabajo, a su universidad, a su colegio, a su barrio, a su casa, a su familia. No importa cuanto se le opongan; el éxito no es empezar la carrera cristiana, el éxito es perseverar hasta el final, y usted es de los que persevera hasta el final porque sabe que con Jesús es más que vencedor.